12 julio, 2006

EL ARTE DE EDUCAR


Reconozco que una de las cosas que más me ha preocupado desde que nació mi hija mayor es la de intentar darle una buena educación a ella y a los demás hijos que han nacido después. Muchas veces me he preguntado qué sería lo mejor que mi mujer y yo podríamos hacer en un momento determinado para tratar de inculcarles las virtudes necesarias que les ayuden a ser buenas personas; aquellas virtudes en las que se fundamentan los valores que nuestros padres nos transmitieron a nosotros.

En otras ocasiones, hemos hecho "un alto en el camino" para revisar si lo que estamos llevando a cabo, nuestro proyecto de familia -una de las cosas que más nos importan en la vida- lo estamos haciendo bien o por el contrario nos estamos equivocando en algo que puede estropear el resultado de tanto esfuerzo, a pesar de estar poniendo nuestra mejor intención. Y es en estas ocasiones en las que nos hemos fijado en cómo han educado otros matrimonios a sus hijos y en qué cosas han hecho para superar las dificultades.

En el tema de la educación, ya está todo inventado. Existe una gran multitud de estudios en los que se habla de cuáles son los mejores momentos para inculcar a los hijos una virtud; e igualmente, existe mucha gente que está dedicada en cuerpo y alma a ayudar a los demás en el difícil arte de educar personas. A pesar de ello, la educación de los hijos se debe ir construyendo día a día, sin desfallecer cuando surjan las dificultades. En el arte de educar se debe emplear el tiempo necesario, tener mucha paciencia y estar convencidos de que con el esfuerzo nuestros hijos llegaran a ser cada día mejores. El resultado puede llegar a ser la mejor obra de arte que un padre pudiera soñar.

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