22 julio, 2006

PROBLEMAS DE COMUNICACIÓN


Vivimos en la era de las comunicaciones, gracias a la impresionante evolución tecnológica que se ha experimentado en los últimos tiempos. Lo que era impensable hace treinta años, hoy está al alcance de cualquiera de nosotros. Somos capaces de mantener videoconferencias con el otro extremo del mundo, en tiempo real, para llegar a acuerdos con personas de las cuales desconocemos sus costumbres, sus hábitos, sus gustos, ... y, en muchas ocasiones, hasta su idioma; y sin embargo, estas barreras no son ningún problema para que podamos entendernos. Pero, por lo visto, cada día nos cuesta más mantener una comunicación con los que tenemos más cerca de nosotros, con aquellos con los que podemos hablar sin necesidad de utilizar ningún tipo de artilugio electrónico: con nuestros hijos.

Este es el resultado más llamativo del análisis que los responsables de la Fundación de Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo (ANAR) han realizado sobre las más de 123.000 llamadas recibidas el año pasado en el teléfono de información gratuito que han puesto a disposición de los menores con problemas. En el resumen de las situaciones que más preocupan a niños y adolescentes comprendidos entre 10 y 17 años, un 22,15% de ellos se quejaba de la falta de comunicación en el entorno familiar y otro porcentaje igual manifestaba padecer problemas psicológicos tales como ansiedad, depresión, problemas de autoestima, trastornos de la alimentación e intentos de suicidio. Todo un panorama desolador si nos atenemos a los síntomas y al hecho de que los problemas citados en segundo lugar tienen su origen, en la mayoría de los casos según los psicólogos especializados, en la falta de comunicación en la familia.

Sólo hay un sistema para solucionar este problema, un sistema por cierto que ha funcionado durante muchos siglos y que en la actualidad hemos empezado a abandonar: el empleo de tiempo en la educación de los hijos. Pero no sólo es primordial la cantidad de tiempo que dediquemos, sino la calidad del mismo. Si tenemos presente que los hijos nos imitan en todo y son lo más importante que tenemos -por encima de ocupaciones, trabajo y descanso-, es nuestra obligación buscar tiempo para estar y hablar con cada uno de ellos de manera individualizada. Y no debemos olvidar nunca que los problemas de la adolescencia se empiezan a evitar poniendo los remedios en la infancia.

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