08 agosto, 2007

HABLAR POR HABLAR


Con una frecuencia cada vez mayor vemos como personas que han llegado a lo más alto de sus carreras, quizá alentados por esa necesidad imperiosa de protagonismo que da el ser centro de atención o quizá por esa desmedida vanidad alimentada por la sucesión continuada de éxitos en sus vidas, se dedican a hacer declaraciones que, lejos de servir para afianzar su liderazgo, les sitúan en la frontera del ridículo. No es raro, como digo, ver personas en nuestros días que se descuelgan con declaraciones como las que ayer realizaba Santiago Grisolía en uno de los Cursos de verano que la Universidad Complutense celebra en El Escorial. El profesor Grisolía, uno de los más insignes investigadores que ha dado la ciencia en nuestro país, discípulo de Severo Ochoa, varias veces candidato al premio Nobel y ganador del Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica en 1990, proponía “controlar la natalidad para combatir el «cambio climático»”. Esta afirmación, tan absurda como carente de base científica, venía adornada con otra no menos absurda a la par que demostrativa de una falta total de solidaridad: "En los países desarrollados el crecimiento demográfico se está parando, pero en las demás regiones es necesario tomar medidas como las establecidas en China, aunque existan sectores que no lo compartan”. Y para guinda del pastel se despachaba reclamando consenso a los gobernantes, que son quienes “deben tomar medidas basándose en los datos y predicciones proporcionados por los científicos e investigadores”. ¡Toma nísperos!

No creo necesario revisar cada una de las veces en los que los científicos e investigadores se han equivocado en sus previsiones, que no han sido pocas que digamos. Tampoco creo necesario volver a repasar lo ya escrito
en un artículo anterior respecto de la “defensa del no nacido” que hace la ONU, organización a la cual el profesor Grisolía debe rendir vasallaje en su condición de miembro destacado de la UNESCO. Sólo en esta tesitura se puede concebir que una persona de la talla del citado investigador se halla prestado a realizar las citadas declaraciones, máxime cuando los argumentos peregrinos que esgrime se pueden refutar con suma facilidad. Baste decir que una familia numerosa de esos países en los que quiere controlar la natalidad gastan menos energía en un año que la que él gasta en apenas unas horas de funcionamiento de su laboratorio investigando en temas tan apasionantes como “la enzimología del metabolismo de nitrógeno (ciclo de la urea y degradación de pirimidinas), el metabolismo de fosfogliceratos, el recambio y degradación intracelular de proteínas y el control de la síntesis de la tubulina en el cerebro”.

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3 Comments:

Blogger Aeronauta said...

Soy la primera en comentar ésto, y decía "0 comentarios" ¡ y no tengo más que agregar! SIN COMENTARIOS.... con esa técnica de decir lo políticamente correcto ante la ONU, ¡no me extrañaría que ganase algún premio gordo!

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En relación a mi post: "Un enorme y personal don"....

Sí, llegan los momentos de una lucidez especial en que uno se ve tocado en los ojos del alma para ver con una claridad prestada una parte ínfima de los dones que recibimos de Él. Todo es don, todo se lo debemos, y especialmente eso que "ha estado ahí" por décadas, como los padres o la pareja. (Me carga usar esa palabra que han vaciado de su esencia a fuerza de manosearla. Tiene una connotación vulgar inclusive, ¡qué rabia! y no sé otra.)

Un abrazo

9/8/07 02:36  
Blogger Alberto Tarifa Valentín-Gamazo said...

¡Bien por Grisolía! Ha puesto el dedo en la llaga: lo que pretenden Gore y pandilla con la matraca del cambio climático es lo mismo que Malthus y secuaces con lo de la escasez de recursos: MATAR seres humanos para que no les pisoteen el jardín.

9/8/07 13:23  
Blogger Dimas said...

Hola Luis, sigue adelante con estos post que dicen mucho de la autentica dignidad del ser humano.

a estoy en la recta final de mis vacaciones y pronto regresare a Zaragoza.

Un abrazo

11/8/07 17:13  

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