31 julio, 2006

DÉFICIT DE TRABAJADORES (y II)


Retomo el hilo del post del 17 de julio pasado en el que analizaba la noticia aparecida en el prensa económica en la que se afirmaba que el mercado laboral español tendrá en 2010 un déficit de 850.000 trabajadores. Mi objetivo es intentar proponer, desde mi modesta aportación, alguna solución al problema al mismo tiempo que se pueda tratar de evitar el daño que se está haciendo en la actualidad a los no nacidos. Y en este contexto le pediría al gobierno que se pusiera manos a la obra para implantar, de una vez por todas, una buena política de apoyo a las familias, con un especial apartado para las familias numerosas (único motor de crecimiento del índice de natalidad). Una política en la que no sólo primara el capítulo fiscal equiparándolo a los de otras economías similares a la nuestra, sino que verdaderamente fomentara la natalidad, mejorara el acceso a viviendas mayores con un coste más reducido, diera seguridad de reincorporación al puesto de trabajo original sin que fuera un coste para las empresas, permitiera que los padres pudieran elegir libremente el tipo de educación que quieren para sus hijos sin que esto supusiera pagar dos veces por la educación, ...

Porque en las circunstancias actuales los matrimonios jóvenes tienen a su alcance una gran cantidad de disculpas para no tener hijos, o en el mejor de los casos, retrasar su venida. Así nos encontramos motivos tan dispares como que no existe seguridad en el mercado de trabajo, como que el acceso a la vivienda es cada día más complicado, como que tener un hijo es una inversión ruinosa, como que los hijos cortan las aspiraciones de realización personal de muchos padres y madres, ... Y es que es muy probable que todos estos motivos tengan un elevado grado de certeza, aunque no debemos olvidar que existen además otra serie de razones que no se ponen en el lugar que les corresponde, y que suelen tener mucha más importancia de lo que se piensa. Este sería el caso de la disminución de la capacidad de sacrificio y del sentido del deber, o del aumento del narcisismo potenciado por el ambiente materialista que reina en nuestra sociedad que provoca que haya cada día más matrimonios que se pasan la vida preparando un hogar ideal –con todo tipo de comodidades- en vez de vivir en él, pensando que cuando hayan conseguido sus metas podrán recuperar el tiempo perdido.

Es absolutamente indiscutible que en las circunstancias actuales tener un hijo hará que el hogar posea un menor poder económico, y que éste último se reducirá de forma exponencial a medida que aumente el número de vástagos. Prescindiendo de otro tipo de “inconvenientes” y teniendo en cuenta que el relevo generacional sólo puede venir de la mano de la descendencia que tengan los matrimonios, la solución está únicamente en abordar un ambicioso plan de reforma del tratamiento de las familias. Sería muy triste, señores del gobierno, que se hiciera cierto lo que recientemente he leído de un famoso autor francés de principios del siglo XX, que escribió la siguiente cita adelantándose casi un siglo a su tiempo: “Todo el mundo moderno está organizado en contra de este loco, este imprudente, este visionario atrevido, este audaz que hasta se atreve, en su increíble osadía, a tener familia. Todo está en contra de este hombre que se arriesga a fundar una familia”.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Para mi no hay mayor satisfacción que dar y seguir dando la vida por mis hijos, con todos los sinsabores que esto tenga. Recibo mucho más que doy. Me hacen salir constantemente de mi aburguesamiento y egoismo. Verlos crecer para mí es motivo de gran orgullo y más si es como dice la escritura de Jesús: crecía en saber y en estatura ante los ojos de Dios y los hombres. Hay muchas parejas engañadas, el gran reto de los creyentes es ayudarles a que habran los ojos y vean que dando la vida es como se gana. Saludos.
Marycharo.

31/7/06 10:14  

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