08 septiembre, 2006

TENEMOS UN PROBLEMA ... (II)


“Condenan a una madre por pegar a una profesora de su hija. La profesora recibió amenazas, empujones contra la pizarra y golpes en el cuello”.

“Alumnos de un instituto agreden a dos docentes”.

“Denunciados dos estudiantes por injurias e insultos a un profesor a través de Internet”.

Son también, al igual que veíamos ayer en el post del acoso escolar entre estudiantes, sólo tres muestras del estado en el que se encuentran los profesores, como consecuencia del incremento de la violencia en el sistema educativo español. Los maestros, los profesores, las personas dedicadas a la enseñanza han elegido una profesión netamente vocacional, y quizá sea este el motivo por el cual están aguantando una situación que en cualquier otro estamento profesional ya habría estallado.

En un trabajo de investigación promovido por el sindicato de profesores ANPE y realizado por el Instituto de Innovación Educativa y Desarrollo Directivo estudio titulado “Estudio Cisneros VIII. Violencia contra Profesores en la enseñanza pública de la Comunidad de Madrid” se recogen datos tan duros como los siguientes:

* Más de la mitad de los profesores españoles (el 54%, o lo que es lo mismo, cerca de 228.000) manifiestan sufrir violencia física o verbal en su trabajo. En la E.S.O. y en Bachillerato el porcentaje de afectados sube al 65%.
* La mayoría de los actos violentos contra profesores (alrededor del 75%) son realizados por alumnos, pero hay que destacar que uno de cada tres actos violentos (algo más del 36%) procede de padres de alumnos.
* De los profesores victimas de actos de violencia, un 60% lo son por agresiones verbales habituales, un 17% son intimidados en su trabajo, un 10% sufre agresiones físicas y robos, un 10% recibe amenazas físicas y un 6% es víctima de chantajes o coacciones.
* Un 48% de los profesores agredidos se quejan de haber tenido un apoyo escaso o inexistente ante la violencia que sufren.
* El 87% de los profesores víctimas de actos de violencia sufren daños psicológicos. De ellos, casi la mitad presentan daños graves o moderados.
* Las consecuencias de esta violencia contra el estamento del profesorado se traduce en que un 52,7% de ellos sufre estrés postraumático, un 42,9% ansiedad, un 42,7% depresión y un 16,5% acaba abandonando la profesión, después de haber tenido bajas laborales prolongadas.

El estudio también revela una serie de causas que han conducido a que la situación se haya ido degradando de una forma tan brutal en los últimos años y que podríamos agrupar en tres grandes bloques: la sociedad, el colegio y la familia.

Desde el punto de vista de la sociedad se incide en la contradicción entre los valores educativos y los modelos sociales y mediáticos. Los modelos sociales violentos y los valores generadores de violencia (tales como el culto al éxito, la rivalidad, la competitividad, la necesidad de triunfo y reconocimiento social, el narcisismo, la exacerbación del deseo, ...) pesan más en la balanza educativa que los valores que protegen contra la violencia (tales como la solidaridad, el valor del esfuerzo y del mérito, el respeto al otro, la dignidad del ser humano, la maduración mediante la aceptación de normas, la autoridad, la integración del que es distinto o piensa diferente, ...).

Desde el punto de vista del colegio se pone de manifiesto que los orígenes se encuentran en el estilo social educativo basado en una escuela sin normas en la que está “prohibido prohibir”, en la dificultad real de sancionar comportamientos violentos que conlleva una “atmósfera de impunidad”, en la crisis de la autoridad y de la disciplina marcada por el cuestionamiento de la autoridad del profesor por el alumno y de su papel de educador por los padres.

Y por último, desde la perspectiva de la familia se deja claro cómo la primera causa de la violencia en los centros es el abandono de los padres de la tarea de educar a sus hijos que trae consigo la génesis de jóvenes y niños sin normas ni valores, carentes de afecto, en los que desaparece de forma progresiva la responsabilidad y que se rebelan contra el hecho de que sea el profesor el que haga de padre y de madre.

Conocida la enfermedad sólo nos queda poner el tratamiento para intentar salvar al enfermo. Pero démonos prisa porque no se pueden seguir estropeando más generaciones de niños por la falta de responsabilidad de los padres.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Difícil encontrar el tratamiento contra la enfermedad de la "perdida de valores". Y si lo seguimos dejando será aún peor.
Yo empezaría por hablarlo, como haces, en blogs, en los Apas ( Ampas), en nuestros trabajos, en nuestros círculos de amigos, cada uno al alcance de sus posibilidades y dando pequeñas soluciones. Paso a paso es como se van cambiando las cosas; y eso sí, que no falte nunca el ánimo, y la esperanza en que las personas pueden cambiar, y en todas existe este deseo de cambio. Saludos.

9/9/06 02:08  
Anonymous Anónimo said...

Se que no se pueden dar recetas pero me parece básico que los adolescentes descubran el valor del esfuerzo y de la entrega. La ideología de educar en el igualitarismo es antihumana y como consecuencia surgen estos comportamientos fruto de la desidia y el aburriemiento. Tenemos que proteger y estimular a tantos grandes profesionales de la enseñanza que, en la mayoria de los casos, por una miseria de sueldo dan la vida.

9/9/06 20:35  

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