01 septiembre, 2006

UNA RUPTURA CADA 3,5 MINUTOS


Sí, ese es el resultado de la implantación de la nueva ley de divorcio que entró en vigor hace un año: más de cuatrocientas separaciones diarias, más de cuatrocientas familias rotas cada día. O lo que es lo mismo, al eliminar las trabas que había en la anterior ley, vigente desde 1981, se ha incrementado en más de un 50% el número de rupturas matrimoniales sobre la media del incremento de los años anteriores.

De la lectura del párrafo anterior, obtenido de los resultados de un estudio del Instituto de Política Familiar cuyo informe "Evolución de la Ruptura Familiar en España: 25 años después (1981-2006)" se dará a conocer próximamente, podemos sacar muchas conclusiones. La principal de ellas es que se cumplen los pronósticos más desfavorables que auguraban un incremento de rupturas de esta magnitud como consecuencia de aprobar una ley así. Parece que a nuestros gobernantes les ha sabido a poco el hecho de que desde la entrada en vigor de la ley del divorcio en España, en 1981, se han producido 1.116.426 separaciones y casi 800.000 divorcios; que en los últimos 10 años la ruptura familiar ha pasado de más de 82.000 parejas rotas al año a casi 150.000; o que el número de rupturas se haya incrementado un 46% por ciento con respecto al año 2000.

Qué triste balance en el que casi dos millones de familias se han visto truncadas, en la mayoría de los casos por la incapacidad de los cónyuges de ser generosos, en el que casi cuatro millones de adultos han terminado una etapa de su vida con un fracaso en la relación con la persona con la que se planteaban el mejor de los futuros.

Pero mucho más triste aún es el hecho de que en esos procesos, más o menos traumáticos, se han visto involucrados sin quererlo ¡más de 1.500.000 de hijos!. Más de un millón y medio de niños que, en una proporción muy elevada, no van a recordar a sus padres juntos, ni van a conocer lo que es la vida en familia. Más de un millón y medio de niños que, en el mejor de los casos, recordarán cómo sus padres dejaron de quererse para querer a otras personas. Más de un millón y medio de niños que en infinidad de ocasiones, no tan buenas, el recuerdo que les quedará es el de los gritos, las peleas y los reproches. Un millón y medio de niños que, en el futuro, verán como la cosa más normal el cambiar de pareja porque “se ha acabado el amor”, porque “como los sentimientos son incontrolables me he enamorado de otra persona”, porque “me he cansado de ti”, ..., porque no han aprendido que el matrimonio es negarse a sí mismo para hacer feliz al otro, porque difícilmente sabrán que cuando se quiere de verdad no hay ningún obstáculo que se pueda interponer en una pareja. Ni siquiera las leyes hechas por políticos para separarlos.