28 noviembre, 2006

CONSUMISMO Y SOBRIEDAD


Que el consumismo y el derroche han calado en nuestra sociedad es un hecho que no admite discusión. A las pruebas me remito. En Madrid, y por las noticias que tenemos en muchas otras ciudades españolas (y de medio mundo), hace tiempo que se instalaron multitud de adornos navideños y esta semana pasada se ha procedido a su encendido oficial, adelantándose a la fecha en que tradicionalmente se hacía (a este paso, nuestros gobernantes locales harán que empiece la Navidad en septiembre, justo en cuanto termine la campaña de “la vuelta al cole”). El motivo no es otro, como bien saben los expertos en marketing, que incitar al consumo, a la compra sin medida.

Y al mismo tiempo que vemos esto, nos extrañamos del hecho de que nuestros hijos actúen igual que nosotros. Me explico. El pasado día 23, en el titular de portada de un
periódico gratuito se hacía referencia a que “Los niños españoles, (son) los que menos llenan la hucha del cerdito”, y continuaba la noticia resaltando que “en España, los pequeños dedican poco dinero a ahorrar, pero piensan pronto en consumir”. Es significativo el hecho de que del “dinero que 'cobran' cada semana, un 31% se destina al ahorro, frente al 53% de la media de los países europeos”, pero es que además, la parte destinada al ahorro no es para posiles contingencias sino para comprar cosas más caras para las cuales hoy no tienen bastante.

Nos estamos olvidando de que la sociedad actual se construyó a base de ahorro y esfuerzo de nuestros padres y abuelos, y que gracias a esa actitud se pudo levantar una economía que hace casi 70 años estaba totalmente destruida como consecuencia de la guerra civil que padecimos. Haríamos bien en luchar contra la filosofía del “carpe diem” educando a nuestros hijos en la sobriedad, en la sencillez, en la moderación y en la prudencia. Pero haríamos aún mejor intentando vivir nosotros esas virtudes primero para poder educarlos con el ejemplo.

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