24 diciembre, 2006

PROYECTO PRONIÑO: AUN HAY ESPERANZA

Hace unos días leía en un periódico de tirada nacional que Uno de cada seis niños trabaja en el mundo, es decir, al menos 218 millones de menores -muchos de ellos con menos de 10 años- realizan un trabajo profesional, el cual para la gran mayoría de ellos se lleva a cabo en ínfimas condiciones, es una forma de esclavitud, procede de una servidumbre por deudas, o lo que es peor, está enfocado a la prostitución o a servir como niños soldados.

Confieso que cuando he leído la noticia se me ha encogido el corazón. Como si hubiera sido movida por un resorte, mi imaginación ha volado hacia el ejemplo más cercano que tengo: mis cuatro hijos (todos ellos menores de 10 años) y he pensado las durísimas condiciones que se deben dar para que una familia llegue a aceptar esta práctica como condición de subsistencia.

No se si será por las fechas en las que no encontramos o no, pero el caso es que a la primera noticia la acompañaba otra titulada
Fundación Telefónica saca a 24.000 niños de la calle y los devuelve a la escuela. Por medio del proyecto PRONIÑO, que se desarrolla en trece países (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, El Salvador, Ecuador, Guatemala, México, Nicaragua, Panamá, Perú, Uruguay y Venezuela), se está facilitando la financiación necesaria para que los menores reciban una educación de calidad, que tengan una cobertura sanitaria y una alimentación de la que en muchos casos carecen. Al mismo tiempo se apoya a los profesores y a los colegios para que conozcan de primera mano la problemática del trabajo infantil y cómo afrontar la educación de estos niños. El objetivo final es demostrar en los grupos sociales desfavorecidos que un niño que trabaja es un delito contra la sociedad y no dos manos más para producir y dar de comer a toda la familia.

Vistos los resultados obtenidos hasta la fecha (más de 24.000 niños recibiendo formación y otros 17.000 recibiendo ayudas de forma indirecta en 358 escuelas y centros de atención) y los objetivos propuestos (para 2008, duplicar el número de beneficiarios) podemos afirmar que todavía hay esperanza, que no todo es negocio en las empresas y que aún se piensa un poco en los demás, en los más desfavorecidos. ¡Ojalá cunda el ejemplo!, y en el nuevo año muchas más empresas se sumen a esta iniciativa.

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