26 enero, 2007

SACRIFICAR EL BIEN POR LA PAZ


Si no fuera por el tremendo dolor que ha causado el terrorismo a miles de familias de nuestro país (sin olvidar a todas aquellas otras que han sufrido el zarpazo del terror en cualquier parte del planeta), nunca hubiera hablado en este blog de temas que tienen que ver con la política. Pero es que llevamos un periodo de tiempo, ya demasiado largo, asistiendo a un “sin sentido” en el que los buenos son tratados como malos, mientras que los malos son enaltecidos hasta convertirlos artificiosamente en buenos. En esto, como ha dicho Teresa Jiménez Becerril, hermana del concejal asesinado por ETA junto a su esposa en Sevilla hace algunos años, se nota la “degradación moral” que “se está extendiendo” por la sociedad española.

Ayer, el estado de derecho fue puesto en la tesitura de tener que decidir si un asesino, que no solo no se ha arrepentido de los numerosos crímenes que ha cometido sino que ha alardeado públicamente de su cobarde logro, debería recibir la medida de gracia de ser puesto en libertad -o cuando menos en arresto domiciliario- debido a su “preocupante estado de salud” producido por un acto voluntario suyo y no como consecuencia de una enfermedad sobrevenida. Afortunadamente se ha impuesto la cordura y el sanguinario personaje deberá pasar aún una larga temporada entre rejas. Pero reconozco que la situación en sí misma me ha dejado una profunda desazón. ¿El motivo? Saber que se ha estado a un paso de sentar el precedente de sucumbir al chantaje, pagando el mal cometido con el premio de la libertad; esa libertad que con sus actos de barbarie ese asesino sesgó a todas y cada una de sus víctimas. Pero también me ha dejado una sensación de amargura el comprobar que nuestra sociedad, que tanto ha sufrido la lacra del terrorismo, se encuentra dividida, y que existe un grupo de corifeos que tratan de confundir a la opinión pública -a aquella que se manifestó en toda España tras el cruel asesinato de Miguel Angel Blanco- utilizando argumentos de humanitarismo cuando no son de aplicación en este caso.

Hace algún tiempo una persona me enseñó que no se puede nunca “sacrificar el bien por la paz”, que no vale hacer cualquier cosa con el único fin de tener la ansiada paz. Porque además de no conseguirla, se sentaría el precedente de que lo que se desee se alcanza mediante el chantaje. Salvando las distancias es como si para que hubiera paz en una familia se premiara al hijo que hubiera hecho una cosa mala. ¿Se imaginan lo que pensaría el muchacho?

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24 enero, 2007

DERECHO A VIVIR DIGNAMENTE


Una vez más, los defensores de la cultura de la muerte han realizado una nueva acometida en su afán de ver aprobada una ley que permita la eutanasia en nuestro país. En esta ocasión, activistas de la asociación Derecho a Morir Dignamente (DMD) han aprovechado el suicidio en Alicante de una ciudadana francesa que padecía una enfermedad degenerativa para lanzar una nueva campaña mediática; y así, mientras Madeleine Z.B. se quitaba la vida tres miembros de la citada asociación la “acompañaban” para con su actitud llamar la atención sobre el tema. Hay que recordar que esta asociación reparte una Guía de Autoliberación que describe los métodos para poder suicidarse, a pesar de que el Código Penal prevé penas entre dos y diez años para los delitos de “inducción al suicidio”, cooperación con “actos necesarios al suicidio” y cooperación “hasta el punto de ejecutar la muerte”. Y a todo esto, la justicia ni siquiera se da por enterada.

Pero lo anterior contrasta con los testimonios que han aparecido en los medios de comunicación en los últimos días, sin tanta repercusión mediática. Por un lado, una
carta escrita al diario “El País”, titulada Derecho a vivir dignamente, en la que Emilio Ferreres, presidente de la Asociación Valenciana de Esclerosis Lateral Amiotrófica (ADELA-CV), lamentaba que “los héroes sean siempre los que ponen fin a su vida y no los que cada mañana nos levantamos y nos enfrentamos a la adversidad de la enfermedad”, al tiempo que recordaba que “el deber de los medios de comunicación, además de informar de hechos tan lamentables como el de Madeleine, también sería mostrar la tenacidad y la esperanza de miles de personas con una dependencia grave". Por otro lado, un reportaje emitido en la 2 de TVE, nos puso de manifiesto cómo las ganas de vivir pueden hacer que la peor de las enfermedades degenerativas no sea una carga difícil de llevar. Una joven de veinte años nos enseñó, en poco menos de treinta minutos, lo importante que es para estos enfermos sentir el cariño de sus seres queridos, el tener una ilusión por hacer algo, el valor de la amistad, ..., a la vez que repetía que para ella lo importante era justo lo contrario de lo que significaba "mar adentro".

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17 enero, 2007

¿EN QUÉ QUEDAMOS?


Lo bueno que tiene esto de los amigos es que cuando tienes algún problema, ahí están ellos para sacarte del apuro. Y a veces, como en esta ocasión, ¡lo hacen sin querer!. Me explico. Llevaba varios días tratando de casar un post con la
idea que ha tenido nuestro ministro de Asuntos Exteriores para desarrollar las prioridades de la presidencia española de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), y la solución la he encontrado en el Blog de mi querido amigo Aníbal Cuevas Ser_audaces, en un post titulado "Una_madre_buena". En él se muestra cómo la Iglesia Católica ha sido y es el centro de la gran mayoría de ataques y campañas de desprestigio. Y en vez de transmitir odio por esa persecución -que se viene sucediendo desde el primer siglo de nuestra era- nos educa a los cristianos en el perdón a los demás.

Como contraposición, nos salta el señor Moratinos con que “volcará todos sus esfuerzos (...) en combatir «la intolerancia contra los musulmanes»”. Que yo sepa, querido ministro, no hay ninguna persecución en el mundo hacia los musulmanes. Si así fuera, los medios de comunicación afectos a la izquierda -la inmensa mayoría en el mundo civilizado- ya habrían orquestado una campaña mediática para ponerlo de manifiesto. Sin embargo, estoy completamente seguro de que, al menos,
250 millones de cristianos serán perseguidos en 2007 por profesar su fe y que esa persecución será especialmente virulenta en los países islámicos, en los que se puede castigar la osadía de “discrepar en asuntos religiosos” con secuestros, conversiones forzadas, encarcelamientos, torturas, violaciones y hasta ejecuciones. Podríamos citar cientos de casos del inmediato pasado en los cuales se muestra la intolerancia del mundo musulmán hacia la civilización occidental representada por el cristianismo, algunos tan relevantes como el asesinato del cineasta Theo van Gogh, la persecución a la diputada holandesa Ayaan Hirsi Ali, las amenazas e insultos al Papa por su discurso en pro de la libertad y la tolerancia religiosa, las reacciones ante las viñetas de Mahoma publicadas en Dinamarca, ..., y otros muchos que no trascienden por la falta de relevancia de los inesperados protagonistas.

Una vez más, asistimos a una muestra de la distorsión de la realidad y del lenguaje practicada por uno de nuestros gobernantes. Y el objetivo no es hacer algo a favor del mundo musulmán, sino en contra ... ¡como no!, del mundo cristiano. Lo peor de todo es que esta campaña se orquesta bajo el amparo de una supuesta independencia religiosa. Y, como mucha gente, yo me pregunto ... ¿en qué quedamos? ¿somos o no somos un estado laicista?

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10 enero, 2007

LA VIDA RESUELTA

“Mi hijo nació en el momento justo, cuando ya tenía la vida resuelta, cuando ya había viajado por todo el mundo, había hecho todo aquello que quería hacer en la vida y sabía lo que quería”. Suena un poco egoísta ¿verdad?. Sin embargo es un fiel reflejo del pensamiento que cada día va ganando más adeptos en la sociedad. Se trata de un extracto de la entevista realizada a una madre de 50 años que relata como fue su experiencia en la maternidad tardía. Y es que no es nuevo el que, con el acceso a cotas de mayor bienestar, otra de las consecuencias que se dan es el retraso de la edad con las que las mujeres tienen su primer hijo. Sin ir más lejos, en España la media de edad de la maternidad se sitúa hoy en 31 años, mientras que a finales de los noventa se encontraba en los 29.

Pero lo que es más significativo es el incremento que se ha experimentando en el número de niños concebidos por mujeres de entre 40 y 50 ó más años. En apenas dos años se ha pasado de 10.067 nacimientos a 14.896, lo que supone un aumento del 48% (el 70% en madres con edades entre los 46 y los 50 ó más años). E incluso hace unos días hemos conocido el caso de una
mujer de 67 años (primeriza) que ha dado a luz gemelos.

Prescindiendo de los mayores riesgos que se sufren en el embarazo a esas edades, existen una serie de desventajas que desaconsejan esta práctica tales como: la menor energía que tienen las madres para criar a un bebé; la tendencia a malcriar a los hijos (más propia de abuelas que de madres) dándoles todos los caprichos por ser “niños joya”; la sobreprotección que se tiene hacia ellos por ser niños muy deseados; o la tendencia a dar en exceso afectividad y cariño, lo cual puede ahogar la iniciativa del niño y obstaculizar su evolución. Pero sin duda el hecho más determinante para que al menos las mujeres se piensen la maternidad tardía es que cuando los hijos estén en edad de casarse, tendrán que cuidarlas a ellas que para entonces serán octogenarias. Eso, si los hijos no aplican el mismo criterio del párrafo inicial y mandan a sus madres a un asilo.

¡Son los riesgos de seguir la corriente egoísta que impera en la sociedad!

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05 enero, 2007

LA VICTORIA DEL EGOISMO


En el artículo anterior decía que “El continuo avance en conquistas sociales y en mejoras del nivel de vida han traído consigo una disminución desmesurada de la capacidad de sacrificio”. Hoy, una vez analizados los datos que el Ministerio de Sanidad facilita en su informe, me quiero reafirmar en la apreciación inicial pero haciendo un especial hincapié en el trasfondo que se vislumbra en dichos datos: el egoísmo de la sociedad en la que vivimos. Según la
Nota de Prensa del Ministerio que resume el informe enviado a las Comunidades Autónomas, el perfil de la mujer que aborta en España es el de una “soltera, de entre 20 y 30 años, con un nivel de educación de segundo grado (bachillerato), asalariada, sin hijos, que no ha tenido abortos anteriores, con un embarazo de menos de 12 semanas de gestación y que, por riesgo materno, aborta en un centro extrahospitalario privado”.

Si observamos las cifras que sustentan esta definición descubrimos, entre otras cosas, que: en el 96,68% de los abortos el motivo ha sido la salud materna (el 99,52% en menores de 20 años), frente al 3% que alegaron riesgo para el feto y el 0,1% porque eran fruto de una violación; el 64,41% de los abortos se practicaron a mujeres menores de 29 años (12.883 abortos practicados a menores de 20 años); más del 70% de las mujeres que abortaron (alrededor de 65.000) lo hicieron por primera vez; el 65,84% eran mujeres solteras; el 62% de los abortos se realizó en las primeras 8 semanas de embarazo; y el 97,09% de los abortos se hicieron en centros privados.

A la vista de estos resultados me vienen a la cabeza muchas preguntas. ¿Es posible que alguien sostenga que el aborto no es un negocio si sólo algo menos del 3% se realiza en la sanidad pública? ¿Se puede creer que en pleno siglo XXI el 20% de los embarazos que se producen en España pueden provocar riesgos en la salud de las futuras madres? Y con los antecedentes de mujeres solteras, menores de 29 años, asalariadas, que abortan por primera vez, que lo hacen en clínicas privadas y en las 8 primeras semanas de gestación ¿podemos creer que las campañas de prevención del embarazo no deseado del Ministerio de Sanidad han sido acertadas? ¿no será que las campañas de reparto de preservativos y de la “píldora del día después” han surtido el efecto contrario, provocando que se vea el aborto como un medio más de planificación familiar?

Por el momento, mientras se siga actuando de esta manera, el egoísmo seguirá ganando la batalla contra la vida. Esa vida que en España se apaga cada 5 minutos, el tiempo que pasa entre dos abortos.

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03 enero, 2007

AUTO-GENOCIDIO SILENCIOSO


Que la sociedad occidental está en decadencia es un hecho indiscutible. A la crisis de valores en que se encuentra sumida desde hace tiempo, se ha añadido la creciente ola de relativismo y de lasitud moral. El continuo avance en conquistas sociales y en mejoras del nivel de vida han traído consigo una disminución desmesurada de la capacidad de sacrificio. Y esto se ha traducido en que cada año que pasa el desprecio a la vida humana se hace más patente mientras se reclaman mayores derechos para el mundo animal (no creo que sea necesario recordar las campañas en contra de la caza del zorro o de las corridas de toros, por poner algún ejemplo). El más claro exponente de lo que digo son las dos noticias aparecidas el día siguiente al de los Santos Inocentes en dos periódicos nacionales:
Los abortos aumentaron un 7,86% en 2005 y España supera ya el millón de abortos desde su despenalización hace 20 años. Los escalofriantes datos que se aportan en ambas noticias son los ofrecidos por el Ministerio de Sanidad en su informe sobre el aborto en España durante 2005 -y no reflejan los datos del año pasado que no se harán públicos hasta finales de 2007, aunque se sabe ya que la tendencia ha sido al alza-.

Todavía tenemos frescas en nuestras retinas las imágenes del genocidio de Rwanda en el cual se calcula que hubo alrededor de 800.000 muertos; y si acudimos a las hemerotecas podemos ver los casos de Sudán, Armenia o Etiopía, entre otros, con cifras de muertos aproximadas de 400.000, 300.000 y 3.000 respectivamente. Todos estos casos han movilizado a miles de personas en todo el mundo abogando por el fin de situaciones tan brutales. Sin embargo, a día de hoy, salvo tímidas voces de personas anónimas o de asociaciones con -desgraciadamente- poco peso no existe ningún clamor contra el mayor “auto-genocidio” de la historia perpetrado por el hombre: el aborto.

Sólo hay un hecho que puede hacer despertar a nuestra sociedad de este letargo en el que se encuentra. Y es el que se refiere a que en la actualidad, casi de forma generalizada, los cuatro abuelos de una familia sólo tienen un nieto, el cual -en muy poco tiempo, si Dios no lo remedia- deberá pagar, sin ayuda de nadie, las pensiones de sus antecesores. Qué triste que este vaya a ser el motivo ¿verdad?

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