28 septiembre, 2006

NO ES MUERTE DIGNA, ES HOMICIDIO


Hay días en los que uno tiene que tragarse, sin quererlo, sapos de difícil digestión. Hay días en los que uno preferiría estar aislado del mundo para no tener que estar al tanto de noticias como la que hoy se publica. Hay días en los que uno duda de la capacidad psíquica del ser humano. Hay días ...

Y hoy es uno de ellos. Se publica en un diario nacional la noticia
Cataluña quiere legalizar la eutanasia, el último paso que le quedaba por dar a esta sociedad de despropósitos para terminar de ir en contra de sus principios desmembrando las familias. Basándose en un informe elaborado por el Comité Consultivo de Bioética de Cataluña (CCBC), órgano asesor del Departamento de Salud de la Generalidad, en el que se aboga por modificar el Código Penal para despenalizar la eutanasia, lo que se pretende es hacer no un “debate político, sino social” que “no se limite a Cataluña, sino que se extienda por toda España”.

Los argumentos siguen siendo los mismos que ya se han empleado en otras ocasiones, nada nuevo, “aplicación en enfermos terminales o con patología irreversible”, dar a los enfermos “una muerte digna, sin sufrimientos”, que el enfermo sepa que el médico “le puede ayudar a morir cuado esté cerca del final” o al menos que “no procederá de manera casi fanática a mantenerlo con vida”. Lo nuevo es que los mayores defensores de esta abominable práctica ¡¡¡SON MÉDICOS!!!. Por un lado el responsable del informe y coordinador del Servicio de Psiquiatría del Hospital del Vall d’Hebron de Barcelona, Rogeli Armengol, quien argumenta que “se aplicaría a pacientes que morirían igualmente en el curso de semanas o días, sufriendo de manera innecesaria”; y por otro, actuando a título personal pero haciendo valer su cargo, el presidente de la Comisión Deontológica del Colegio de Médicos de Barcelona, Màrius Morlans, quien va más allá apostillando que aunque sólo se trate de «un ciudadano ya habría valido la pena» esta regulación. ¡Y yo que pensaba, cándido de mi, que la Deontología médica (
Código deontológico y juramento hipocrático) estaba encaminada a preservar la salud del paciente y que impedía hacer cualquier cosa en contra de la vida humana!

Contra este paso ya han levantado la voz diversas asociaciones como la Asociación Catalana de Estudios Bioéticos, la Federación Europea de Médicos Católicos y E-Cristians, entre otras, poniendo de relieve que esta iniciativa se enmarca en una “campaña generalizada en otros países como Italia y otros puntos del mundo”. Y es nuestro deber apoyarles en todo cuanto necesiten, ya que nos jugamos el derecho a recibir la muerte como Dios quiera que esta sea.

Al paso que vamos, la casa de los hijos, cuando uno llegue a una cierta edad se convertirá en uno de los lugares más peligrosos para el ser humano, junto con los que, por desgracia, hoy ya lo son: el vientre materno y el colegio.

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25 septiembre, 2006

TAMPOCO ESTA ES UNA FAMILIA


Nuevamente, una revista del “corazón”, de esas que regalan con la prensa del fin de semana, vuelve a dar muestras de lo que se está haciendo habitual en los últimos tiempos: confundir con el lenguaje los conceptos que hasta hace bien poco estaban claros. Nuevamente se vuelve a presentar en portada una “noticia” en la que dos divorciados acompañados por los dos hijos de la señora son “una familia feliz”. Y nuevamente -y tantas veces como sea necesario- desde esta modesta atalaya vamos a poner de manifiesto que por mucha felicidad que aparentemente exista, que por mucho cariño que destile el fotomontaje, que por muchos besos y arrumacos que aparezcan en el reportaje de las páginas de interior, esa NO ES UNA FAMILIA.

En esta ocasión, los protagonistas son la segunda ex de un famoso político, a Dios gracias ya retirado, junto con los dos hijos habidos en esa “unión temporal” y un supuesto famoso empresario sevillano (que por cierto también ha dejado ex), y la disculpa para considerar que se trata de una familia feliz, el reportaje fotográfico del interior de la revista en el que se observa con todo lujo de detalles como el empresario pasea con los niños, besa a los niños, coge de la mano a los niños, ...

Y digo yo que si ese es el criterio para dar rango de familia a un grupo de gente, entonces debemos empezar a preocuparnos, ya que cada vez que llevemos a nuestros hijos al cine con un grupo de amigos, podemos estar formando una familia feliz; o cuando organicemos una fiesta de cumpleaños; o cuando hagamos una excursión con otras personas y sus hijos; o cuando ... Y lo peor de todo es que en cualquiera de estas ocasiones alguien puede considerar que nosotros formamos cualquier tipo de “nuevas familias” que nuestros políticos han creado.

Lo seguirán intentando en tantas ocasiones como se les presente, continuarán tratando de pervertir el lenguaje, persistirán en su intención de corromper los conceptos de familia y matrimonio, nos acusarán de todo a los que nos opongamos a ello, pero no lograrán convencernos de que esas son “familias”.
En nuestra mano está defender la institución familiar y la unión matrimonial. Y no podemos dar por perdida la batalla dialéctica por la importancia que tiene, ya que sería el inicio de una claudicación ante todo lo demás.

SI SE DEBE HACER


Esta mañana, cuando abrí el blog para revisar los comentarios al último artículo me encontré con que dos de los visitantes de los últimos días habían dejado sendos comentarios que se adelantaban al escrito que yo tenía previsto para hoy. Uno de ellos me sorprendió de manera especial. Decía escuetamente “mejor es no pelearse” y su autor era un prestigioso doctor chileno.

Si hubiera tenido que buscar una frase que resumiera el objetivo de los últimos comentarios, no podría haber sido otra que la que escribió el doctor Contreras. Y es que es absolutamente cierto que lo mejor sería no “tirarse los trastos a la cabeza”, pero eso es poco menos que imposible, ya que en una disputa interviene como uno de los factores principales la diferente psicología del hombre y de la mujer. Como dice un muy buen
amigo “el problema, en el fondo, no es el hecho de discutir. Existe problema cuando hay falta de respeto al otro, se le menosprecia o falta delicadeza en el trato”.

El segundo comentario fue puesto por alguien que prefirió guardar el anonimato, y el contenido del mismo abundaba en esta misma idea. El autor lo explicaba como que “... hay una tercera posibilidad, que es aceptar tal como es tu pareja (...) con ese defecto especial (...) que no tienes ningún derecho a corregir, tan solo el deber de querer a tu pareja hasta el final”. Por último, lo resumía todo en que era una cuestión de inteligencia el ceder en la discusión. Y en el fondo podemos estar de acuerdo en que se trate de un tema de inteligencia, ya que no hay nada más inteligente que querer con toda tu alma a quien más te quiere a ti, aunque tenga todos los defectos del mundo.

Personalmente pienso que a discutir se aprende, y que con el paso del tiempo las disputas pueden llegar a convertirse en meros intercambios de opiniones, sin el acaloramiento y sin la pasión que se ponen cuando uno hace de una discusión matrimonial una cuestión personal. Pero para ello hace falta tener un poco de generosidad y mucho amor. Generosidad para no hablar más que del tema que se está tratando; generosidad para ponerse en el lugar del otro y tratar de entender su punto de vista; generosidad para tratarle con respeto; generosidad para terminar la disputa sin estar enojado; generosidad para pensar siempre que con quien se va a discutir es la persona más importante en nuestra vida; generosidad para no provocar la discusión; y, por supuesto, un amor muy grande para terminar la disputa con una reconciliación inmediata.
¡Ah!, y todo ello con el objetivo último de no discutir jamás.

23 septiembre, 2006

NO SE DEBE HACER


En el artículo anterior vimos la necesidad de que en las discusiones del matrimonio hubiera unas mínimas reglas de comportamiento, que detallaran lo que se debía hacer y lo que no, con el fin de acercar las posturas iniciales para llegar a la reconciliación. Hoy nos vamos a detener en las cosas que no se deben hacer cuando han saltado las chispas de una disputar familiar, y que son las que, paradójicamente, se llevan a cabo con más frecuencia. No se trata, bajo ningún concepto, de llegar al propósito de no regañar jamás -porque esto sería una utopía inalcanzable, al ser dos personas diferentes, con dos mentalidades distintas las que forman el matrimonio-, sino de intentar que cuando surjan las desavenencias en el seno de la pareja éstas se resuelvan lo más rápidamente posible. Y para ello, no hay nada mejor que imaginarse que la discusión ha terminado en acuerdo y mirar hacia atrás observando qué cosas durante la confrontación han hecho peligrar este fin.

Entre las cosas que suelen hacer que una disputa termine mal podemos distinguir dos tipos: los actos que afectan al fondo de la discusión (tener una “lista de agravios”, utilizar los puntos débiles del otro, no poner fin a la discusión nunca y estar dispuesto a reabrirla en cualquier momento, cerrar la disputa en falso, no estar dispuesto a pedir perdón, ...) y los que suelen afectar a la forma (dirigirse al otro con insultos, ironía o desprecio; manifestar agresividad; discutir delante de terceras personas; discutir delante de los hijos). Los dos tipos son importantes y a los dos se les debe prestar una atención especial ya que no se puede estar predispuesto a pelearse porque en un determinado momento suceda una determinada cosa, al igual que no se debe convertir una discrepancia más o menos grande en un cúmulo de improperios, insultos cruzados y gritos.

Debemos admitir que en un momento de acaloramiento se pueden decir cosas que realmente no se piensan, y también podemos aceptar que los restos del rencor por algo que sucedió en el pasado puedan aparecer en nuestro interior, aún a pesar de que hallamos hecho los mayores propósitos por evitarlo. Pero no podemos olvidar nunca que esa persona a la que estamos fallando en el fondo y en la forma, es la que hemos escogido para compartir nuestra vida, la que se ha entregado en cuerpo y alma a nosotros, la que más nos quiere en el mundo. Si tenemos esto presente al empezar una discusión es muy probable que podamos contener nuestro genio y que no lleguemos a dar tanta importancia a los hechos del pasado, lo que hará que la pelea se transforme en un intercambio de pareceres dispares.

21 septiembre, 2006

REGLAS PARA DISCUTIR


Hace un tiempo, en un blog amigo “del otro lado del charco”, Rafael Zavala escribía un artículo sobre las claves del éxito matrimonial, en el que incluía una presentación muy buena para todos los que se hubieran casado hace poco o estuvieran a punto de casarse, que hacía referencia a las discusiones dentro del matrimonio. En el mismo artículo, añadía el “Catálogo del buen discutidor” de Antonio Vázquez, un experto en el tema.

Ni voy a enmendar la plana a un experto en la materia, ni pretendo hacer un compendio de todo lo escrito de este tema hasta la fecha. Simplemente recupero este asunto porque pienso que es fundamental -en los tiempos que corren, en los que a la más mínima contrariedad un matrimonio se rompe- saber que las discusiones dentro del matrimonio deben servir para afianzar las relaciones entre marido y mujer, pero nunca para crear barreras que con el tiempo hagan que se pierda el amor. Es muy probable que en esta sociedad del consumismo en la que sólo importa el “yo”, la falta de una comunicación fluida en el noviazgo haya conducido a que muchas parejas jóvenes no entiendan cuáles son los principios básicos que deben seguirse dentro del matrimonio para discutir con el cónyuge. Y lo que, en circunstancias normales, no pasaría de ser una diferencia de criterios más o menos acentuada, se acaba convirtiendo una discusión subida de tono en la que se terminan resintiendo los escasos cimientos en los que se ha forjado el matrimonio. Como quiera que es muy difícil aprender en un instante lo que se debería haber practicado durante un tiempo razonable, propongo plantear dos grandes bloques de cosas que se pueden hacer y cosas que no se pueden hacer en una discusión.

Entre las cosas que, ¡ojo!, nunca se deben hacer está el dirigirse al otro con insultos, con ironía o con desprecio; tener una “lista de agravios” del pasado dispuesta para airear a la menor ocasión; utilizar los puntos débiles del otro para tener ventaja en la pelea; manifestar agresividad; no poner fin a la discusión nunca y estar dispuesto a reabrirla en cualquier momento; cerrar la disputa en falso; no estar dispuesto a pedir perdón; discutir delante de terceras personas buscando apoyos; discutir delante de los hijos.

Se deben hacer cosas tales como: discutir únicamente del tema que se está tratando (no vale sacar temas relacionados que sucedieron hace tiempo); ponerse en el lugar del otro y tratar de entender su punto de vista; tratar con respeto al otro; terminar la disputa sin estar enojados por pensar que el otro ha ganado; pensar siempre que se está discutiendo con la persona más importante en nuestra vida; esperar el momento más apropiado para iniciar la pelea; y, por supuesto terminar la disputa con una reconciliación.

Empecemos por utilizar uno de estos bloques lo que traerá consigo, por eliminación, aplicar el otro. Más adelante iremos desgranando cada una de las cosas que están en esas dos relaciones hasta llegar a convertir una pelea en una fuente de aprendizaje para fortalecer el matrimonio.

19 septiembre, 2006

DELINCUENTES PRECOCES


El diario La Razón publicaba ayer una entrevista con el Fiscal Jefe del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, Manuel Moix, que llevaba como encabezamiento la siguiente frase: «Los menores comienzan ahora a delinquir a los nueve años y con más violencia». El Fiscal atribuía estas dos circunstancias “a que hay una pérdida de valores en los menores, no ya un respeto a la vida, a la propiedad ajena, a la libertad de otros, sino que no existe un respeto al principio de autoridad”. Además, dado que los menores comienzan su actividad delictiva con pequeños hurtos y con esa edad no hay una responsabilidad penal aparejada, si esa actitud no se corrige con el paso del tiempo se incrementa el nivel de delincuencia que además es cada vez más violenta, con más lesiones, con más atentados contra la vida y contra la libertad sexual, lo que genera una mayor sensación de alarma en la sociedad, pues como dice el Fiscal “no es lo mismo que un chaval de 15 ó 16 años cometa un robo que un atentado contra la vida o una violación”.

A la hora de buscar en dónde ha fallado el sistema para que se haya llegado a esta situación, Manuel Moix coincide con todos los estudios hechos sobre la violencia en los cuales se deja claro que es un problema de educación en la familia, en los centros educativos y en la sociedad entera. En la familia porque “hay muchas que están desestructuradas y eso genera al menor una situación de desconcierto; el menor es utilizado muchas veces como moneda de presión entre los progenitores, para obtener ventajas o mejoras”, y esto se transforma en una reducción paulatina de la autoridad que tienen los padres sobre los hijos. En los centros educativos porque “el principio de autoridad del maestro cada vez está más denostado”, y porque falla el papel de continuador de la educación que dan los padres, puesto que estos han abandonado esa tarea. En la sociedad, en general, ya que continuamente se están suministrando importantes dosis de información sobre sucesos violentos lo que “genera en el menor una sensación de que vive en una sociedad donde la violencia, en vez de ser algo excepcional, es una forma más de convivencia”.

A la vista de lo anterior, cabe tener cierta esperanza en que no todo está perdido. Al menos, en una parte de uno de los tres poderes del Estado, el judicial, se tiene conciencia del alcance del problema, de las causas que lo han originado y de que no se trata de solucionar el asunto mediante un agravamiento de las penas para los menores que cometan delitos graves, sino de actuar en la recuperación del menor mediante su reinserción en la sociedad durante el tiempo que dure la pena fijada para el delito grave que cometa, que puede llegar “a 8 años de internamiento cerrado más 5 de libertad vigilada”. Otra cuestión muy distinta es que lo que falle sea la ejecución de la medida de reinserción del menor.

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17 septiembre, 2006

¿QUÉ HA DICHO EL PAPA?


Pero ¿qué es lo que ha dicho el Santo Padre para que se hayan producido advertencias de países como Pakistán, Egipto, Yemen y Marruecos, amenazas e insultos por parte de líderes religiosos del Islam, protestas generalizadas del mundo islámico, ataques contra iglesias en Palestina, denuncias del lobby islamista en Europa y escándalo con aspavientos de la progresía europea? ¿Qué graves insultos ha proferido el Papa Benedicto XVI el martes pasado en la Universidad alemana de Ratisbona para que hoy, cuatro días después, se hayan producido cientos de manifestaciones “espontáneas” en varios países musulmanes en los que se pedía la muerte para el sacrílego y se invocaba la guerra santa (la “yihad”)?.

Pues lo que el Papa ha dicho, recordando una conversación entre el emperador bizantino Manuel II y un creyente persa, es que "Dios no se complace con la sangre, actuar contra la razón es contrario a la naturaleza de Dios. La fe es fruto del alma y no del cuerpo. Quien quiere llevar a alguno a la fe necesita hablar bien y razonar correctamente y no usar la violencia y a la amenaza", es decir, que utilizar el terrorismo para defender a Dios es contrario a Su voluntad y que el hecho de utilizar la violencia para propagar la fe va en contra de Dios y del hombre. Además apeló al entendimiento con el Islam moderado como contraposición con el islamismo radical.

Pero el problema no es lo que el Papa ha dicho sino que no le perdonan que sea el continuador de la “recristianización” de Europa, tarea esta empezada por su antecesor, el inolvidable Juan Pablo II. Y esa recristianización va en contra de dos poderosos lobbys: el islamismo radical y el progresismo anticristiano. Para los primeros, esa postura les impide avanzar en la conquista de Europa -durante tanto tiempo deseada-, mientras que para los segundos les frena la implantación en la sociedad del desprecio a lo sagrado, del cual han hecho bandera en los últimos tiempos.

Despreciar, insultar, difamar, denigrar, ultrajar, zaherir, ... y reírse de todo lo que representa la Iglesia Católica se ha convertido en una costumbre en Occidente, costumbre que muchos se han arrogado como un derecho por el cual pueden afirmar las mayores barbaridades (que María no fue virgen, que Jesús tuvo hijos, que se acostaba con María Magdalena, ...) sin que nadie haga nada y sin permitir, siquiera, que los cristianos podamos defendernos. Y esa es la supuesta tolerancia que los enemigos de la fe preconizan, que no es la que esperan los pueblos, "ya que tolerancia -dijo el Papa- significa respetar aquello que para otros es sagrado".

Ahora, la progresía mediática levanta su voz para exigir que el Santo Padre pida perdón, y es muy probable que esto suceda, ya que durante más de veinte siglos ha sido así, tal y como Jesucristo nos enseñó con su palabra y con su ejemplo. Porque la nuestra no es una religión de odio al que piensa diferente sino de amor al prójimo, no es una religión de venganza ante las afrentas sino de perdón por el daño sufrido. Y el Papa, nuestro Padre en la fe, el sucesor de Pedro y representante de Cristo en la tierra, es el máximo exponente de esas enseñanzas.

16 septiembre, 2006

UN PARCHE


Hace ya algunos días leí una noticia referente a la inminente comercialización en Bélgica de un test que permite comprobar si una persona ha consumido drogas en las últimas 18 horas. Se trata de una cajita con cuatro barritas que tienen que ser pasadas sobre manchas de sudor u orina de una prenda de la persona que se quiera probar el consumo de drogas. En caso de que haya tomado, en una de las cuatro barritas aparecen dos líneas rojas que indican el tipo de drogas del que se trata: heroína, cocaína, cannabis o anfetaminas.

La compañía que lo comercializa dice que hagan la prueba “los padres que sospechan que sus hijos consumen drogas” porque "a veces los padres tardan mucho en darse cuenta de que su hijo es drogadicto, ya que suelen ser muy listos y pueden mentir bien".

Según la
Enciclopedia de la Medicina de la Biblioteca Nacional de Medicina de EE.UU., algunos de los signos de consumo de droga en los niños son: cambios en las amistades (un nuevo grupo); conducta de aislamiento; períodos prolongados e inexplicados fuera de casa; mentir; robar; problemas con la ley; deterioro de las relaciones familiares; estado tóxico obvio (estar ebrio o eufórico), delirio, incoherencia, pérdida del conocimiento; cambios claros en la conducta y actitudes normales; disminución del rendimiento escolar, ... Y yo me pregunto ¿no son suficientes estas evidencias para que los padres se den cuenta de que sus hijos consumen drogas? ¿Es que no nos damos cuenta de que el consumo de drogas va en contra de las familias? ¿No es este artilugio “un parche” que se pone como consecuencia de no querer (o no saber, o no poder) solucionar el problema de las drogas desde la raíz?

Las empresas líderes, cuando detectan un problema en su proceso productivo aplican un plan de acción para atacar la causa que ha dado lugar al citado problema, de manera que éste no se vuelva a repetir. Y eso que los hombres hacemos en las empresas somos incapaces de aplicarlo en la “mejor empresa” que tenemos: nuestra familia. Es tan sencillo como copiar el sistema y aplicarlo, mediante la implantación de un sistema de educación de los hijos basado en la prevención. Para ello, si uno quiere evitar un problema determinado en el futuro, no tiene nada más que potenciar la virtud correspondiente en sus hijos desde la más tierna infancia y, por supuesto, educar con el ejemplo.

14 septiembre, 2006

ATRACÓN DE CARIÑO


Hace algunos años, una amiga nos enseñó a un grupo de matrimonios jóvenes con hijos pequeños que aquello que unos padres inculcan a sus hijos con cariño, jamás se olvidan. Ella nos aconsejaba un método infalible, incluso a la hora de llamarles la atención por algo que hubieran hecho mal. Nos decía que se debían decir las cosas con un “ATRACON DE CARIÑO”; esto es, que había que hablarles con Alegría, TRAnquilidad, CONfianza, DElicadeza y, por supuesto, con mucho CARIÑO. Nada de malas caras, nada de gritos ni de voces, nada de reproches, nada de culpas, nada de recelos, y siempre buscar el momento adecuado para mantener una conversación con ellos. También nos contaba que, siendo importante la cantidad de tiempo que les dediquemos a nuestros hijos, es mucho más importante aún que la calidad del tiempo empleado en cada uno de ellos sea la mejor. Cada hijo debe tener un tiempo exclusivamente dedicado para él, ya que cada uno es diferente a los demás y lo que funciona con uno, probablemente no sirva para los otros. Y cada hijo debe sentir en esos momentos que sus padres están únicamente para él.

Hemos visto, en anteriores comentarios, que la mayoría de los problemas que tiene la juventud de nuestros días provienen del abandono de los padres de la tarea de educar a sus hijos, abandono del que, a menudo y como causa casi única, se culpa a la falta de tiempo. No tenemos tiempo, y sin embargo las estadísticas dicen que cada español se pasa al día frente al televisor una media ¡cercana a las tres horas!. No tenemos tiempo, pero cada día están los restaurantes más llenos. No tenemos tiempo, pero no podemos pasar sin ir con nuestros amigos a tomar copas cada semana. No tenemos tiempo, pero los fines de semana están llenas las carreteras de gente que sale de las grandes ciudades a descansar. No tenemos tiempo, pero no podemos estar sin ir al estreno de la última película de quien sea, o de acudir a ver a nuestro equipo de fútbol, o de ir al gimnasio a conservar la excelente figura alcanzada. No tenemos tiempo, pero podemos pasarnos horas y horas navegando en internet, buscando sitios nuevos para evadirnos de la realidad. No tenemos tiempo, ...

Y, visto así, es cierto que no tenemos tiempo para educar a nuestros hijos, pero esto se debe a que entre nuestras prioridades no se encuentra este objetivo. Todo a nuestro alrededor está diseñado para que llenemos nuestro tiempo libre con multitud de ocupaciones que nos hacen olvidar lo más importante, lo único que con el paso del tiempo, si somos capaces de perseverar, nos va a quedar: nuestra familia. Reconozco que es muy difícil ir contracorriente en una sociedad basada en el consumismo, y que este factor unido a una publicidad agresiva como la que sufrimos a diario condiciona el comportamiento y la forma de actuar de las personas, pero les voy a hacer una confesión: hay mucha gente que vive por debajo de sus posibilidades, es tremendamente feliz, tiene un montón de tiempo libre para dedicarlo a sus verdaderas obligaciones y le sobra un poco para ayudar a los demás.

13 septiembre, 2006

ESA NO ES UNA FAMILIA


Este pasado agosto, esperando mi turno en una de esas innumerables colas que se organizan en las zonas de veraneo para cosas tan banales como comprar una barra de pan, me fijé en la portada de una revista de las llamadas “del corazón” que llevaba la señora que iba delante de mi. Foto de un señor, una señora y una niña jugando en el agua; la niña, hija de la señora; la señora, famosa luciendo su nuevo estatus social de “recién divorciada”; y el señor, efectivamente, el nuevo amigo de la madre que la va a ayudar a superar el duro trance. Por encima de la foto el titular: “Fulanito y Fulanita, con la hija de ésta última, una familia feliz”.

Por un instante me quedé pensando “se deben haber equivocado de titular”, pero al momento me di cuenta que no, que “esa” era la “familia feliz”. Y la verdad es que parecían muy felices, y hasta incluso pienso sin poder asegurarlo, que podrían serlo -todo apuntaba a que la fotografía hacía honor a lo que representaba-; pero de lo que estoy realmente seguro es de que no eran una familia, ya que ni el hombre era el padre de la niña, ni era el marido de la señora, a pesar de que pudiera querer mucho tanto a la madre como a la hija. La familia la forman el padre, la madre y sus hijos, le pese a quien le pese, y se aprueben las leyes que se aprueben.

Cada día que pasa hay más “matrimonios rehechos” (expresión esta que no alcanzo a comprender ya que el matrimonio no se rompe con una persona para rehacerlo con otra, pues es la unión de uno con una para siempre y abierto a la transmisión de la vida), y, si Dios no lo remedia, dentro de unos años, cuando tal día como hoy llevemos a nuestros hijos al colegio en su primer día de clase nos podemos encontrar con todo menos con familias llamémoslas “normales”. Gracias a la perversión del lenguaje, maliciosamente potenciada por muchos medios de comunicación a raíz de la aprobación de la ley del mal llamado “matrimonio homosexual”, corremos el peligro de corromper al mismo tiempo los conceptos que hasta hoy estaban perfectamente claros; y esto conduce a que cualquier forma de convivencia, por el mero hecho de que en ella exista cariño, pueda ser llamada “familia”.

Si aceptásemos que lo que mostraba la revista en la portada es una familia, o que el “matrimonio” entre dos mujeres o entre dos hombres puede ser posible (a pesar de que una ley lo haya aprobado), no tendríamos ningún argumento para oponer al derecho de un abuelo a casarse con su nieta, o el de una madre con su hijo, o el de un pastor con sus ovejas. No sería por falta de cariño o por la felicidad que mostraran juntos.

12 septiembre, 2006

MADRE TERESA DE CALCUTA


Mi amigo Ignacio, suele sorprenderme enviándome correos que a la vuelta de poco tiempo me sirven para algo concreto que antes ni imaginaba. Y esto es lo que ha ocurrido hace un par de días con el último que me ha mandado. Coincidiendo con la conmemoración de la muerte de la Madre Teresa de Calcuta -que falleció el 5 de septiembre de 1997-, alguien ha recopilado algunos de los pensamientos que esta maravillosa santa fue difundiendo a lo largo de su generosa vida. Como dice mi amigo “...es un tratado de relaciones humanas, de antropología, de gestión del estrés y de búsqueda de la felicidad” que nos debe hacer pensar un poco en lo fácil que será ir cambiando este mundo vacío y sentimental si con un poquito de esfuerzo aplicamos lo que nos dice.

“Pienso que hoy el mundo está de cabeza, y está sufriendo tanto porque hay tan poquito amor en el hogar y en la vida de familia. No tenemos tiempo para nuestros niños, no tenemos tiempo para el otro, no hay tiempo para poder gozar uno con el otro.”

“El amor comienza en el hogar; el amor vive en los hogares y esa es la razón por la cual hay tanto sufrimiento y tanta infelicidad en el mundo de hoy…Todo el mundo hoy en día parece estar en tan terrible prisa, ansioso por desarrollos grandiosos y riquezas grandiosas y lo demás, de tal forma que los niños tienen muy poco tiempo para sus padres. Los padres tienen muy poco tiempo para ellos, y en el hogar comienza el rompimiento de la paz del mundo.”

“La más terrible pobreza es la soledad y el sentimiento de no ser amado.”

“La más grande enfermedad hoy en día no es la lepra ni la tuberculosis, sino el sentimiento de no ser reconocido.”

“Hay más hambre en el mundo por amor y por ser apreciado, que por pan.”

“Algunas veces pensamos que la pobreza es sólo tener hambre, frío y un lugar donde dormir. La pobreza de no ser reconocido, amado y protegido, es la mayor pobreza. Debemos comenzar en nuestros propios hogares a remediar esta clase de pobreza.”

El Aborto “es un asesinato en las entrañas ... Un niño es un regalo de Dios. Si tú no lo quieres, dámelo a mí."

“El más grande destructor de la paz es el aborto porque, si una madre puede matar a su propio hijo, ¿qué nos queda a nosotros, matarte a ti y tú matarme a mí? No nos queda más que eso.”

“Es algo muy pobre decidir que un niño debe morir para que tú puedas vivir como lo deseas.”

“Si tú juzgas a la gente, no tienes tiempo para amarla.”

“No pienses que el amor, para ser genuino, tiene que ser extraordinario. Lo que necesitamos es amar sin cansarnos.”

“Cada vez que sonríes a alguien, es un acto de amor, un regalo a esa persona, una cosa hermosa”.

“En esta vida no podemos hacer grandes cosas. Sólo podemos hacer pequeñas cosas con un gran cariño.”

Es impresionante comprobar cómo en tan pocas palabras se pueden encontrar fórmulas magistrales para luchar contra la crisis por la que algunos pretenden convencernos de que está pasando la institución familiar.

11 septiembre, 2006

11-S


Hace hoy cinco años, a las 8:36 hora local de Nueva York (14:36 hora local española), 19 terroristas árabes, que habían secuestrado cuatro aviones comerciales, dieron inicio al mayor acto terrorista de la historia. En algo menos de dos horas el número de muertos se elevaba a casi tres mil, el número de heridos a casi siete mil y el número de afectados a cifras inimaginables.

Hace hoy cinco años que se truncaron las vidas, ilusiones, esfuerzos y esperanzas de miles y miles de personas; de sus esposas y maridos; de sus hijos, de sus padres y de sus hermanos; de sus familias y de sus amigos; y de millones de desconocidos de todo el mundo que se horrorizaron con una mezcla de incredulidad, estupor, consternación y tristeza al ver esas imágenes dantescas.

Hace hoy cinco años que comenzó una espiral de violencia que se ha ido extendiendo por todo el mundo y que, a día de hoy, sigue afectando a millones de familias de todo el mundo. La barbarie terrorista no terminó ese día sino que como pólvora encendida se extendió hacia muchos lugares del mundo (Afganistán, Irak, Casablanca, Madrid, Londres, Indonesia, Egipto, ...) y se manifestó de la única forma que sabe hacerlo: sembrando el caos y la confusión, segando vidas y dejando heridas que difícilmente tendrán cura.

Hace hoy cinco años comenzó una pesadilla de la que posiblemente nunca logremos despertar y a la que sólo nos atrevemos a pedir que no afecte a ninguno de los miembros de nuestra familia.

Hace hoy cinco años ya, y en los primeros momentos un testigo real se atrevió a decir en voz alta algo que millones de personas en todo el mundo repetimos casi a diario: “l will never forget that horrible day, never”.

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DESASTRE EDUCATIVO


En los dos últimos artículos hemos visto cómo la violencia escolar se ha implantado en nuestra sociedad, y cómo no hace distinciones entre profesores o alumnos. Hemos asistido a la certificación de que, en ambos casos, el factor que más ha incidido en su rápida propagación ha sido el abandono de los padres de la tarea de educar a sus hijos. Pero también hemos podido comprobar cómo ésta no es la única causa que ha originado este grave problema. La falta de disciplina -cada día más acentuada-, la crisis de autoridad de los profesores, la carencia de normas básicas en los centros, ..., son algunas otros factores que no están ajenos a la evolución de la sociedad; sin embargo, frecuentemente nos olvidamos del grado de culpa que tienen las erráticas e interesadas políticas educativas de los diferentes gobiernos, las cuales han ido conduciendo a la destrucción del sistema educativo español.

A partir de mañana, y durante los próximos días, siete millones de niños y jóvenes españoles inician un nuevo curso escolar, que este año estará marcado por ser el primer curso de la LOE, la reforma del sistema educativo que el Gobierno socialista precipitó nada más llegar al poder para frenar la Ley de Calidad puesta en marcha por el Gobierno del PP.

Se dice pronto y no admite ningún tipo de duda, desde el año 1985 se han aprobado en España cinco modificaciones -con sus correspondientes leyes orgánicas- del sistema educativo. Si en 1985 se aprobó la LODE, en 1990 fue la LOGSE, en 1995 fue la LOPEG, en 2002 fue la LOCE y en este mismo año 2006 ha llegado la LOE. Es decir, una modificación en promedio cada cuatro años, que además, en la mayoría de los casos ha sido más política que funcional, lo que ha conducido inevitablemente a un desastre educativo.

Sin entrar en los contenidos de las diferentes modificaciones, vemos que las políticas aplicadas a nuestro sistema educativo siguen el mismo camino que el modelo francés, el cual se ha revelado como un auténtico fracaso en la educación de los estudiantes del país vecino. Tal es así que el gobierno galo ha lanzado una ofensiva para erradicar de los colegios las conductas incívicas (entre las que se encuentran las novatadas y las actitudes racistas o sexistas, entre otras) y la apología de las drogas. Además, ha editado un manual titulado 'Guía práctica para reaccionar ante la violencia en el medio escolar', que ha repartido entre los directores de los centros escolares, y en la que se recoge que los docentes tienen una "responsabilidad particular" a la hora de combatir las novatadas y la violencia. En dicha guía se alerta también de manera particular ante "un fenómeno cada vez más extendido y banalizado por alumnos de establecimientos escolares, el 'happy slapping', que consiste en golpear violentamente a un desconocido en la calle, el metro u otro lugar público mientras que una o varias personas graban la escena con un teléfono móvil".

Seamos, aunque sólo sea por una vez, “progresistas” en la educación de nuestros hijos y copiemos de nuestros vecinos aquellas políticas que van a hacer “progresar” nuestra sociedad.

08 septiembre, 2006

TENEMOS UN PROBLEMA ... (II)


“Condenan a una madre por pegar a una profesora de su hija. La profesora recibió amenazas, empujones contra la pizarra y golpes en el cuello”.

“Alumnos de un instituto agreden a dos docentes”.

“Denunciados dos estudiantes por injurias e insultos a un profesor a través de Internet”.

Son también, al igual que veíamos ayer en el post del acoso escolar entre estudiantes, sólo tres muestras del estado en el que se encuentran los profesores, como consecuencia del incremento de la violencia en el sistema educativo español. Los maestros, los profesores, las personas dedicadas a la enseñanza han elegido una profesión netamente vocacional, y quizá sea este el motivo por el cual están aguantando una situación que en cualquier otro estamento profesional ya habría estallado.

En un trabajo de investigación promovido por el sindicato de profesores ANPE y realizado por el Instituto de Innovación Educativa y Desarrollo Directivo estudio titulado “Estudio Cisneros VIII. Violencia contra Profesores en la enseñanza pública de la Comunidad de Madrid” se recogen datos tan duros como los siguientes:

* Más de la mitad de los profesores españoles (el 54%, o lo que es lo mismo, cerca de 228.000) manifiestan sufrir violencia física o verbal en su trabajo. En la E.S.O. y en Bachillerato el porcentaje de afectados sube al 65%.
* La mayoría de los actos violentos contra profesores (alrededor del 75%) son realizados por alumnos, pero hay que destacar que uno de cada tres actos violentos (algo más del 36%) procede de padres de alumnos.
* De los profesores victimas de actos de violencia, un 60% lo son por agresiones verbales habituales, un 17% son intimidados en su trabajo, un 10% sufre agresiones físicas y robos, un 10% recibe amenazas físicas y un 6% es víctima de chantajes o coacciones.
* Un 48% de los profesores agredidos se quejan de haber tenido un apoyo escaso o inexistente ante la violencia que sufren.
* El 87% de los profesores víctimas de actos de violencia sufren daños psicológicos. De ellos, casi la mitad presentan daños graves o moderados.
* Las consecuencias de esta violencia contra el estamento del profesorado se traduce en que un 52,7% de ellos sufre estrés postraumático, un 42,9% ansiedad, un 42,7% depresión y un 16,5% acaba abandonando la profesión, después de haber tenido bajas laborales prolongadas.

El estudio también revela una serie de causas que han conducido a que la situación se haya ido degradando de una forma tan brutal en los últimos años y que podríamos agrupar en tres grandes bloques: la sociedad, el colegio y la familia.

Desde el punto de vista de la sociedad se incide en la contradicción entre los valores educativos y los modelos sociales y mediáticos. Los modelos sociales violentos y los valores generadores de violencia (tales como el culto al éxito, la rivalidad, la competitividad, la necesidad de triunfo y reconocimiento social, el narcisismo, la exacerbación del deseo, ...) pesan más en la balanza educativa que los valores que protegen contra la violencia (tales como la solidaridad, el valor del esfuerzo y del mérito, el respeto al otro, la dignidad del ser humano, la maduración mediante la aceptación de normas, la autoridad, la integración del que es distinto o piensa diferente, ...).

Desde el punto de vista del colegio se pone de manifiesto que los orígenes se encuentran en el estilo social educativo basado en una escuela sin normas en la que está “prohibido prohibir”, en la dificultad real de sancionar comportamientos violentos que conlleva una “atmósfera de impunidad”, en la crisis de la autoridad y de la disciplina marcada por el cuestionamiento de la autoridad del profesor por el alumno y de su papel de educador por los padres.

Y por último, desde la perspectiva de la familia se deja claro cómo la primera causa de la violencia en los centros es el abandono de los padres de la tarea de educar a sus hijos que trae consigo la génesis de jóvenes y niños sin normas ni valores, carentes de afecto, en los que desaparece de forma progresiva la responsabilidad y que se rebelan contra el hecho de que sea el profesor el que haga de padre y de madre.

Conocida la enfermedad sólo nos queda poner el tratamiento para intentar salvar al enfermo. Pero démonos prisa porque no se pueden seguir estropeando más generaciones de niños por la falta de responsabilidad de los padres.

07 septiembre, 2006

TENEMOS UN PROBLEMA ...


Burgos, hace apenas unas horas. Una treintena de jóvenes agredieron a una compañera de instituto, con piedras y patadas. Algunos días antes, la misma menor había sido agredida de igual manera por el citado grupo de cafres, entre los que se encontraban compañeros de su misma clase.

Mayo de 2005. Cristina Cuesta, una joven de 16 años de Elda (Alicante) murió al caer de un puente. Su familia había denunciado meses atrás que sufría acoso por parte de sus compañeras en el colegio (la llamaban “empollona” y la insultaban, la agredían y la amenazaban a todas horas, no sólo en las horas de clase). Al parecer, se trató de un suicidio "inducido" por jóvenes que estaban en ese momento allí presentes.

Septiembre de 2004. Jokin Ceberio, de 14 años, se suicidó en Fuenterrabía para no tener que seguir soportando las vejaciones, insultos y agresiones de sus compañeros.

Son sólo tres casos de lo que está sucediendo en España en los últimos años. Tres desgarradoras muestras de que la educación que están recibiendo nuestros hijos se nos escapa de las manos. Tres relatos cargados de tintes dramáticos que no hacen otra cosa que poner de manifiesto que hay algo en la sociedad que no funciona bien, cuando somos incapaces de transmitir a nuestros menores las más elementales normas de conducta.

Al parecer -y cada día queda más en evidencia- el problema del acoso escolar en España es más frecuente de lo que se quiere reconocer. Estos casos no son tan aislados como se querría aceptar por parte de padres, responsables políticos y educadores, que en muchas ocasiones saben con certeza lo que ocurre y no emplean los medios necesarios para acabar con el acoso. En algunos casos por la aplicación de políticas equivocadas, en otros por la falta de motivación del profesorado, pero siempre por un mal concepto de la libertad de los chicos y por un miedo a ser tachado de conservador o retrogrado.

Las raíces del acoso escolar en España son profundas y estos casos, por su gravedad, deberían ser motivo suficiente para que todo el mundo se ocupara con diligencia y rapidez de buscar soluciones a este tema. No se trata de sobredimensionar el problema, ni de crear alarmismos de ningún tipo, se trata de reflexionar acerca de las causas que han conducido a esta situación para así poder buscar soluciones. Es posible que entre dichas causas se encuentren el clima social que se vive en el país, el elevado número de casos de violencia doméstica, la existencia de altos porcentajes de mobbing laboral en el ámbito adulto, los efectos de la telebasura, la proliferación de juegos como el tristemente famoso “san andreas” en los que la agresividad y los métodos violentos están presentes, el elevado porcentaje de jóvenes y niños que están inmersos en la "cultura del botellón" potenciadora del consumo de alcohol y drogas, ..., pero no debemos olvidar que la primera y mayor causa de todas es el abandono de los padres de su obligación educadora de los hijos conforme a unos principios básicos de convivencia que antes se llamaban virtudes.

05 septiembre, 2006

INTERCAMBIO DE FLUIDOS


“Son dos formas muy diferentes y ambas están bien. Como preferencia personal diría que con amor, pero porque ahora lo tengo. Si fuera sin amor me parecería también estupendo”. Esta es la contestación que da a la pregunta “Tome partido en el eterno debate: el sexo, ¿mejor con o sin amor?”, la actriz protagonista de la película «Locos por el sexo» en una entrevista aparecida hace unos días en un periódico de tirada nacional.

Esa frase es fiel reflejo del sentir de una parte importante de la sociedad, a la cual le importa mucho más el placer y el culto al ego, que el sacrificio que puede suponer la entrega generosa a una sola persona con la que se quiere formar una familia. Es una muestra más del relativismo que impera en la sociedad en nuestro tiempo y del egoísmo en el que se está acomodando, tanto la forma de pensar, como la forma de actuar de las personas.

Bajo el término de “revolución sexual”, desde hace varias décadas se ha ido cambiando la forma de vivir las relaciones entre un hombre y una mujer. Se ha pasado de un principio de vínculo basado en el amor conyugal, a otro basado en el consentimiento mutuo entre dos personas, en el que la moral queda subordinada a la subjetividad. Es decir, las relaciones sexuales y la procreación se han disociado del matrimonio, y como consecuencia de esto, esa revolución sexual ha llevado a convertir el sexo en un aspecto secundario del matrimonio, pues por desgracia, parece que es mucho más habitual que se produzca fuera de él.

Esto no es nada más y nada menos que una nueva degradación de la familia, ya que desaparece el sentido de una entrega mutua y plena, física, mental, espiritual y para siempre de los esposos. Y se pretende sustituir por una especie de contrato no escrito mediante el cual dos personas permanecerán juntas mientras haya afecto, placer o simplemente exista atractivo físico.

De esta manera se va en contra de lo que todas las sociedades han privilegiado siempre: un tipo de entorno estable para las relaciones sexuales, reconociendo en ellas una profunda dimensión moral y unas consecuencias que trascienden con mucho la intimidad de la alcoba. Y ese entorno no es otro que el matrimonio, ya que al fin y al cabo, el matrimonio ha sido, es y será siempre la unión de un hombre y una mujer, la más adecuada para procrear y educar a los hijos, y moralizar el comportamiento sexual humano. Y todo lo que no sea así no tendrá más sentido que el de un intercambio de fluidos que pondrá la sexualidad del ser humano por detrás de la de cualquier otra especie animal, ya que sólo estará orientada al placer.

03 septiembre, 2006

LA LEY DEL MÁS FUERTE


Es innegable que este verano ha estado marcado por trágicas noticias que han conmocionado a la opinión pública. A las tremendas imágenes, cada día más habituales, de cientos de personas llegando en frágiles pateras a nuestras costas buscando un futuro mejor, se han sumado las ya tristemente tradicionales de pavorosos incendios asolando la geografía de nuestro país. Han continuado los casos de violencia doméstica que, pese a que el gobierno prometió en su día que se iban a terminar con la ley contra la “violencia de género”, han seguido aumentando y cada vez son más dramáticos. Hemos visto escenas de una guerra librada entre una democracia y grupos terroristas, en la que -como siempre sucede- los más perjudicados han sido los civiles. Y también hemos podido comprobar cómo varios terroristas, de los más sanguinarios y crueles de la banda ETA, han retado desafiantes a los jueces y magistrados que les juzgaban, quizá crecidos por saber que le están ganando la partida al gobierno ...

Pero sobre todas ellas, ha habido una que me ha llamado la atención por su especial crueldad y por la indefensión de la víctima. El día 13 de agosto un niño de dos años y medio murió en Málaga por los malos tratos de su padrastro. El menor, que ingresó con una parada cardiorrespiratoria en el hospital Materno Infantil, presentaba numerosos hematomas por todo el cuerpo, además de un fuerte golpe en la frente.

No logro entender cómo es posible tanta brutalidad en una persona para poder hacer tamaña salvajada a un niño indefenso. No me cabe en la cabeza cuáles pueden ser los motivos que pueden empujar a alguien a perder la cabeza de ese modo. Y mucho menos consigo comprender cómo las autoridades competentes, en este caso la Delegación Provincial de Igualdad y Bienestar Social de la Junta de Andalucía, no tomaron medidas para prevenir esta desgracia, sobre todo después de conocer que 20 días antes una hija natural de este individuo también había recibido asistencia en el Materno Infantil por unas contusiones en la cabeza.

Está claro que vivimos en una sociedad enferma. Está claro que cada día que pasa se va perdiendo más el fondo y se cuidan menos las formas. Está claro que poco a poco nos vamos adocenando, dando pie a que impere la ley del más fuerte. Está claro que el hombre se está haciendo cada vez más primitivo, actuando según los instintos más básicos que posee cualquier otra especie animal.

Pero está claro también que tenemos a nuestro alcance la posibilidad de darle la vuelta a la tortilla, volviendo a confiar en la educación, en los principios, en la moral, en el orden. Cierto es que cuesta un poco más vivir con unas normas basadas en esos preceptos que pensando sólo en uno mismo, pero también es cierto que se vive más feliz, se tienen más satisfacciones, e incluso se piensa más en los demás. Tanto como para crear módulos de ingreso en las cárceles para aquellos presos que requieren especial protección porque peligra su integridad personal, como es el caso del padrastro que asesinó al niño.

01 septiembre, 2006

UNA RUPTURA CADA 3,5 MINUTOS


Sí, ese es el resultado de la implantación de la nueva ley de divorcio que entró en vigor hace un año: más de cuatrocientas separaciones diarias, más de cuatrocientas familias rotas cada día. O lo que es lo mismo, al eliminar las trabas que había en la anterior ley, vigente desde 1981, se ha incrementado en más de un 50% el número de rupturas matrimoniales sobre la media del incremento de los años anteriores.

De la lectura del párrafo anterior, obtenido de los resultados de un estudio del Instituto de Política Familiar cuyo informe "Evolución de la Ruptura Familiar en España: 25 años después (1981-2006)" se dará a conocer próximamente, podemos sacar muchas conclusiones. La principal de ellas es que se cumplen los pronósticos más desfavorables que auguraban un incremento de rupturas de esta magnitud como consecuencia de aprobar una ley así. Parece que a nuestros gobernantes les ha sabido a poco el hecho de que desde la entrada en vigor de la ley del divorcio en España, en 1981, se han producido 1.116.426 separaciones y casi 800.000 divorcios; que en los últimos 10 años la ruptura familiar ha pasado de más de 82.000 parejas rotas al año a casi 150.000; o que el número de rupturas se haya incrementado un 46% por ciento con respecto al año 2000.

Qué triste balance en el que casi dos millones de familias se han visto truncadas, en la mayoría de los casos por la incapacidad de los cónyuges de ser generosos, en el que casi cuatro millones de adultos han terminado una etapa de su vida con un fracaso en la relación con la persona con la que se planteaban el mejor de los futuros.

Pero mucho más triste aún es el hecho de que en esos procesos, más o menos traumáticos, se han visto involucrados sin quererlo ¡más de 1.500.000 de hijos!. Más de un millón y medio de niños que, en una proporción muy elevada, no van a recordar a sus padres juntos, ni van a conocer lo que es la vida en familia. Más de un millón y medio de niños que, en el mejor de los casos, recordarán cómo sus padres dejaron de quererse para querer a otras personas. Más de un millón y medio de niños que en infinidad de ocasiones, no tan buenas, el recuerdo que les quedará es el de los gritos, las peleas y los reproches. Un millón y medio de niños que, en el futuro, verán como la cosa más normal el cambiar de pareja porque “se ha acabado el amor”, porque “como los sentimientos son incontrolables me he enamorado de otra persona”, porque “me he cansado de ti”, ..., porque no han aprendido que el matrimonio es negarse a sí mismo para hacer feliz al otro, porque difícilmente sabrán que cuando se quiere de verdad no hay ningún obstáculo que se pueda interponer en una pareja. Ni siquiera las leyes hechas por políticos para separarlos.